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Latin America is facing a silent crisis that affects everyone: the inadequate management of organic waste and the dependence on imported inputs. According to the World Bank, 39% of solid waste in the region is improperly managed through burning, dumping, or disposal in open landfills, and only 4% is recovered. This practice not only contaminates soil and water but also contributes to 8% of global greenhouse gas emissions, according to UNEP. At the same time, FAO warns that the growing demand for animal protein and fertilizers increases reliance on imports, putting food security at risk.
These challenges are closely linked to the Sustainable Development Goals: responsible consumption and production, climate action, and zero hunger. Specifically, global food loss amounts to 1.3 billion tons per year, equivalent to 3.3 billion tons of CO₂ emissions annually and $940 billion in global economic losses (FAO, 2019). Likewise, this volume of waste generates 8–10% of global greenhouse gas emissions, occupies 30% of the world’s arable land, increases landfill volume by 21%, and consumes 21% of freshwater resources. Additionally, in Latin America, 111 million tons of organic waste are produced annually, of which only 4% is utilized, and 72% of the loss occurs in pre-consumption stages (FAO, 2019).
In this context, the world faces a clear food challenge: according to FAO and OECD (2023), by 2050 there will be 9.7 billion people and a 100% increase in demand for animal protein. Furthermore, 26% of crops are currently allocated to animal production, 15% of global GHG emissions will come from the livestock sector, and by 2030, demand for animal feed will rise by 13%.
Residua Biocircular emerges to address this reality, offering a solution that transforms waste into high-value inputs for agriculture and animal feed, reducing emissions and strengthening the circular economy.
As its founder summarizes: “Our challenge was clear: how do we turn tons of waste into value without continuing to pollute? This innovation answers that question.”
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En América Latina se vive una crisis silenciosa que afecta a todos: la gestión inadecuada de los residuos orgánicos y la dependencia de insumos importados. Según el Banco Mundial, el 39% de los residuos sólidos en la región se maneja de forma inadecuada mediante quema, vertido o disposición en basureros abiertos, y apenas el 4% se recupera. Esta práctica no solo contamina suelos y aguas, sino que también contribuye al 8% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, de acuerdo con el PNUMA. Al mismo tiempo, la FAO advierte que la creciente demanda de proteína animal y fertilizantes incrementa la dependencia de importaciones, lo que pone en riesgo la seguridad alimentaria.
Estos desafíos están relacionados principalmente con los Objetivos de Desarrollo Sostenible: producción y consumo responsables, acción por el clima y hambre cero. Específicamente, la pérdida global de alimentos al año es 1.3 billones de toneladas, equivalente a 3.3 billones de toneladas de CO2 emitidas anualmente y $940 billones de pérdida económica global, FAO (2019). Así mismo, esta cantidad de residuos a nivel global genera 8 a 10% de emisiones globales de Gases de Efecto Invernadero (GEI), 30% de ocupación de la tierra cultivable mundial, aumento del 21% del volumen de rellenos sanitarios y 21% del uso de agua fresca. Adicionalmente en Latinoamérica, se producen 111 millones de toneladas de residuos orgánicos al año, de los cuales se aprovechan sólo el 4% y el 72% de la pérdida ocurre en etapas pre-consumo FAO (2019).
En este contexto el mundo presenta un desafío alimentario claro, según FAO y OCEDE (2023) para el año 2050 habrá 9.7 mil millones de personas y un aumento del 100% en demanda de proteína animal. Además, 26% de los cultivos se destinan a la producción animal, 15% de emisiones globales de GEI corresponderán del sector pecuario y para 2030 aumentará en un 13% la demanda de alimento para animales.
Residua Biocircular surge para enfrentar esta realidad, ofreciendo una solución que convierte residuos en insumos de alto valor para la agricultura y la alimentación animal, reduciendo emisiones y fortaleciendo la economía circular.
Como lo resume su fundador: “Nuestro reto era claro: ¿cómo convertir toneladas de residuos en valor sin seguir contaminando? La innovación responde a esa pregunta.”
Residua embraced an innovation that combines both product and process. The idea was simple yet powerful: transform industrial organic waste into high-value inputs through a natural cycle. “Our technology converts waste into proteins and fertilizers, creating value where there was once loss,” explains Carlos Fernández de la Pradilla, the company’s founder, who from the start understood that sustainability had to be profitable and scalable.
To achieve this, Residua uses bioconversion with Black Soldier Fly Larvae (BSFL), a method that, according to FAO studies, can convert up to 70% of the waste’s weight into useful biomass, significantly reducing greenhouse gas emissions compared to traditional composting. This process yields two essential products for agriculture and animal feed: a protein-rich meal with levels ranging from 32% to 53%, and a biofertilizer known as frass, rich in nutrients that improve soil health and reduce dependence on chemical fertilizers.
This innovation not only reduces environmental impact but also strengthens the local economy by replacing imported inputs such as soy, whose global demand strains natural resources and increases production costs. What was once an unsolvable problem—tons of waste polluting air, water, and soil—has now become an opportunity for sustainable agriculture and the circular economy.
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Residua apostó por una innovación que combina producto y proceso. La idea era simple pero poderosa: transformar residuos orgánicos industriales en insumos de alto valor mediante un ciclo natural. “Nuestra tecnología convierte residuos en proteínas y fertilizantes, creando valor donde antes había pérdida”, explica Carlos Fernández de la Pradilla, fundador de la empresa, quien desde el inicio tuvo claro que la sostenibilidad debía ser rentable y escalable.
Para lograrlo, Residua utiliza la bioconversión con Larvas de Mosca Soldado Negro (BSFL), un método que, según estudios de la FAO, puede convertir hasta el 70% del peso del residuo en biomasa útil, reduciendo significativamente la generación de gases de efecto invernadero en comparación con el compostaje tradicional. De este proceso nacen dos productos esenciales para la agricultura y la alimentación animal: una harina proteica con niveles de proteína que alcanzan entre el 32% y el 53%, y un biofertilizante conocido como frass, rico en nutrientes que mejora la salud del suelo y reduce la dependencia de fertilizantes químicos.
Esta innovación no sólo disminuye el impacto ambiental, sino que también fortalece la economía local al sustituir insumos importados como la soya, cuya demanda global presiona los recursos naturales y encarece la producción. Lo que antes era un problema sin salida —toneladas de residuos que contaminaban aire, agua y suelo— hoy se convierte en una oportunidad para la agricultura sostenible y la economía circular.

Residua’s story began in a place where few see opportunity: a food processing plant surrounded by mountains of organic waste. The smell was overwhelming, nearby rivers were polluted, and surrounding communities suffered the consequences of inefficient waste management. At that moment, a question arose that would change everything: What if this waste could be turned into something valuable?
The inspiration didn’t come from a sophisticated laboratory, but from nature itself. While searching for solutions, the team discovered how Black Soldier Fly larvae transform waste into nutrients—a perfect cycle the industry had overlooked. That observation became an obsession: replicate this process on an industrial scale to solve two critical problems in Latin America—the organic waste crisis and the dependence on imported inputs for animal feed.
The first attempts were rudimentary: improvised boxes, growing larvae, and tons of waste that seemed impossible to manage. But each trial brought them closer to the vision: creating a solution that not only reduced emissions but also generated jobs, strengthened local agriculture, and proved that a circular economy is possible.
As the company puts it: “It all started by looking at tons of waste in food plants and thinking: this can’t go on; here lies an opportunity to change the story.”
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La historia de Residua comenzó en un lugar donde pocos ven oportunidades: una planta procesadora de alimentos rodeada de montañas de residuos orgánicos. El olor era penetrante, los ríos cercanos estaban contaminados y las comunidades aledañas sufrían las consecuencias de una gestión ineficiente. En ese momento, surgió una pregunta que cambiaría todo: ¿y si estos residuos pudieran convertirse en algo valioso?
La inspiración no vino de un laboratorio sofisticado, sino de la naturaleza misma. Mientras investigaban soluciones, descubrieron cómo las Larvas de Mosca Soldado Negro transformaban desechos en nutrientes, un ciclo perfecto que la industria ignoraba. Esa observación se convirtió en una obsesión: replicar ese proceso a escala industrial para resolver dos problemas críticos en América Latina: la crisis de residuos orgánicos y la dependencia de insumos importados para la alimentación animal.
Los primeros intentos fueron rudimentarios: cajas improvisadas, larvas en crecimiento y toneladas de residuos que parecían imposibles de manejar. Pero cada prueba acercaba más a la visión: crear una solución que no solo redujera emisiones, sino que también generara empleo, fortaleciera la agricultura local y demostrara que la economía circular es posible.
Como lo expresan desde la empresa: "Todo comenzó viendo toneladas de desperdicio en plantas de alimentos y pensando: esto no puede seguir así; aquí hay una oportunidad para cambiar la historia."
When Residua began transforming waste into value, the impact was immediate and visible. Each ton that once ended up in a landfill is now converted into protein and fertilizer, preventing emissions that, according to UNEP, account for up to 8% of the global total. This change is not just technical—it is a direct contribution to the Sustainable Development Goals. “Every ton we transform is a step toward cleaner agriculture and a less dependent region,” says Carlos Fernández de la Pradilla, founder of Residua, convinced that sustainability must be profitable and scalable.
At Residua’s plants, the waste cycle is broken. What once polluted rivers and harmed vulnerable communities now feeds animals and enriches soils. This fulfills SDG 12: Responsible Consumption and Production, as the company closes the resource loop and reduces waste. But the impact goes further: by avoiding burning and dumping, greenhouse gas emissions are reduced, aligning with SDG 13: Climate Action. Every ton processed is a victory against climate change.
The innovation also contributes to SDG 2: Zero Hunger, by replacing imported soy with insect protein and improving agricultural productivity through chemical-free biofertilizers. Its impact extends to SDG 6: Clean Water and Sanitation, as the process reduces water use by 64% compared to traditional production, and to SDG 15: Life on Land, by reducing land use one hundredfold compared to conventional ingredients. Additionally, the technology cuts emissions by 41% compared to composting and by 47% compared to soy, consolidating a model that turns an environmental problem into an economic and sustainable opportunity for the region.
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Cuando Residua comenzó a transformar residuos en valor, el impacto fue inmediato y visible. Cada tonelada que antes terminaba en un vertedero ahora se convierte en proteína y fertilizante, evitando emisiones que, según el PNUMA, representan hasta el 8% del total global. Este cambio no es solo técnico: es una contribución directa a los Objetivos de Desarrollo Sostenible. “Cada tonelada que transformamos es un paso hacia una agricultura más limpia y una región menos dependiente”, afirma Carlos Fernández de la Pradilla, fundador de Residua, convencido de que la sostenibilidad debe ser rentable y escalable.
En las plantas de Residua, el ciclo de desperdicio se rompe. Lo que antes contaminaba ríos y afectaba comunidades vulnerables ahora alimenta animales y enriquece suelos. Así se cumple el ODS 12: Producción y consumo responsables, la empresa cierra el círculo de los recursos y reduce el desperdicio. Pero el impacto va más allá: al evitar la quema y el vertido de residuos, se reducen las emisiones de gases de efecto invernadero, aliniandose con el ODS 13: Acción por el clima. Cada tonelada procesada es una victoria contra el cambio climático.
La innovación también contribuye al ODS 2: Hambre cero, al sustituir la soya importada con proteína de insecto y mejorar la productividad agrícola mediante biofertilizantes libres de químicos dañinos. Y su impacto se extiende al ODS 6: Agua limpia y saneamiento, porque el proceso reduce en un 64% el uso de agua frente a la producción tradicional, y al ODS 15: Vida de ecosistemas terrestres, al disminuir cien veces el uso de suelo en comparación con ingredientes convencionales. Además, la tecnología permite reducir en un 41% las emisiones frente al compostaje y en un 47% frente a la soya, consolidando un modelo que convierte un problema ambiental en una oportunidad económica y sostenible para la región.
When Residua started, the idea seemed risky: turning waste into value. But it soon became a profitable model. The company gains access to tons of organic waste at no cost thanks to partnerships with major producers, significantly reducing operating expenses. “It’s a solid business: we cut costs, create value, and respond to a global trend toward sustainability,” the company affirms, convinced that innovation must deliver both impact and profitability.
With this advantage, every kilogram of protein and fertilizer produced translates into revenue. Today, Residua processes more than 35 tons per month in each country and projects scaling to 450 tons per month by 2027, reaching annual revenues of over USD 1.4 million. This growth is no coincidence—it aligns with a global trend toward sustainable inputs and a market estimated at over USD 66 billion in Latin America for animal feed and fertilizers.
Moreover, the innovation opens doors to new markets: animal feed producers, nutrition companies, and farmers seeking eco-friendly solutions. Each signed contract represents not only sales but also trust in a model that combines environmental impact with profitability. Scalability is underway: two medium-sized plants are already operating in Colombia and Mexico, and by 2028, two additional industrial plants are planned, with projected revenue of USD 4 million. By 2031, the plan envisions eight industrial plants across the Andean and Mesoamerican regions, processing more than 24,000 tons of waste per month and generating revenues exceeding USD 38 million, with an annualized EBITDA of 17.6%.
Residua doesn’t just turn waste into value—it is building the future of circular biotechnology in Latin America.
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Cuando Residua comenzó, la idea parecía arriesgada: transformar residuos en valor. Pero pronto se convirtió en un modelo rentable. La empresa accede a toneladas de residuos orgánicos sin costo, gracias a alianzas con grandes productores, lo que reduce significativamente sus gastos operativos. “Es un negocio sólido: reducimos costos, creamos valor y respondemos a una tendencia global hacia la sostenibilidad”, afirman desde la compañía, convencidos de que la innovación debe generar impacto y rentabilidad.
Con esta ventaja, cada kilo de proteína y fertilizante generado se convierte en ingresos. Hoy, Residua procesa más de 35 toneladas mensuales en cada país y proyecta escalar a 450 toneladas al mes para 2027, alcanzando ingresos anuales superiores a USD 1.4 millones. Este crecimiento no es casualidad: responde a una tendencia global hacia insumos sostenibles y a un mercado que, según estimaciones, supera los USD 66 mil millones en América Latina para alimentación animal y fertilizantes.
Además, la innovación abre puertas a nuevos mercados: productores de alimentos balanceados, empresas de nutrición animal y agricultores que buscan soluciones ecológicas. Cada contrato firmado no solo representa ventas, sino también confianza en un modelo que combina impacto ambiental con rentabilidad. La escalabilidad está en marcha: dos plantas medianas ya operan en Colombia y México, y para 2028 se prevé la apertura de dos plantas industriales adicionales, con un revenue proyectado de USD 4 millones. Para 2031, el plan contempla ocho plantas industriales en la región andina y mesoamericana, procesando más de 24 mil toneladas de residuos al mes y generando ingresos superiores a USD 38 millones, con un EBITDA anualizado del 17.6%.
Residua no sólo transforma residuos en valor: está construyendo el futuro de la biotecnología circular en América Latina.
Residua’s impact goes far beyond its production plants. Every ton of waste transformed prevents that material from polluting rivers or generating greenhouse gases. According to UNEP, poor waste management contributes to 8% of global emissions, and Residua helps reduce that figure with every bioconversion cycle.
But the benefit is not only environmental. In nearby communities, fewer landfills mean lower health risks and better quality of life. The innovation also creates local jobs in areas where opportunities are scarce, strengthening vulnerable economies. The biofertilizer produced improves soil health, reducing the use of chemicals that harm biodiversity, while insect protein eases pressure on crops like soy, freeing land for other food production.
The results are compelling: Black Soldier Fly technology reduces 5 tons of CO₂e for every ton of protein produced, decreases water use by 64%, and cuts land use by up to one hundred times compared to traditional ingredients.
Thus, this innovation not only cleans the environment—it creates a virtuous cycle where sustainability and social well-being go hand in hand. As the company states: “Our innovation is not only profitable; it also cleans the environment and protects the most vulnerable communities.”
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El impacto de Residua se siente más allá de las plantas de producción. Cada tonelada de residuos que se transforma evita que esos desechos terminen contaminando ríos o generando gases de efecto invernadero. Según el PNUMA, la mala gestión de residuos contribuye al 8% de las emisiones globales, y Residua ayuda a reducir esa cifra con cada ciclo de bioconversión.
Pero el beneficio no es solo ambiental. En las comunidades cercanas, la reducción de vertederos significa menos riesgos sanitarios y mejor calidad de vida. Además, la innovación genera empleo local en zonas donde las oportunidades son escasas, fortaleciendo economías vulnerables. El biofertilizante producido mejora la salud del suelo, reduciendo el uso de químicos que afectan la biodiversidad, mientras que la proteína de insecto disminuye la presión sobre cultivos como la soya, liberando tierras para otros alimentos.
Los resultados son contundentes: la biotecnología de la Mosca Soldado Negro permite reducir 5 toneladas de CO2e por cada tonelada de proteína producida, disminuir el uso de agua en un 64% y reducir el uso de suelo hasta cien veces en comparación con ingredientes tradicionales.
Así, la innovación no solo limpia el entorno: crea un círculo virtuoso donde la sostenibilidad y el bienestar social van de la mano. Como lo expresan desde la empresa: "Nuestra innovación no solo es rentable; también limpia el entorno y protege a las comunidades más vulnerables."
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Diego Villamil, Chief of Staff


Residua Biocircular is a circular biotechnology startup with two years of market experience, born from the merger of Biofly (Colombia, 2019) and Illucens (Mexico, 2020). Its purpose is to transform industrial organic waste into sustainable products for the agricultural sector, contributing to food security and the reduction of greenhouse gas emissions. The company currently operates in Colombia and Mexico, processing more than 35 tons of waste per month in each country, with a team of 15 members, 13 of whom are direct collaborators.
Residua belongs to the green economy sector and biotechnology applied to agriculture, and it stands out for its focus on insect-based bioconversion, offering scalable and cost-effective solutions for large waste generators and animal feed producers.
As its founder, Carlos Fernández de la Pradilla, states: “Residua was created to turn an environmental problem into an economic and sustainable opportunity for the region.”
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Residua Biocircular es una startup de biotecnología circular con dos años de experiencia en el mercado, que nació de la unión de Biofly (Colombia, 2019) e Illucens (México, 2020). Su propósito es transformar residuos orgánicos industriales en productos sostenibles para el sector agrícola, contribuyendo a la seguridad alimentaria y la reducción de gases de efecto invernadero. Actualmente opera en Colombia y México, procesando más de 35 toneladas de residuos al mes en cada país, con un equipo de 15 miembros, de los cuales 13 son colaboradores directos.
Residua pertenece al sector de economía verde y biotecnología aplicada a la agricultura, y se diferencia por su enfoque en bioconversión con insectos, ofreciendo soluciones escalables y rentables para grandes generadores de residuos y productores de alimentos balanceados.
Como afirma su fundador, Carlos Fernández de la Pradilla: "Residua nació para convertir un problema ambiental en una oportunidad económica y sostenible para la región."